✎ 25 de abril de 2022 - Por Pedro Carvalho
El bloqueo por parte de la Unión Europa de las plataformas rusas RT y Sputnik, en el contexto de la Guerra de Ucrania, ha traído muchas preguntas acerca de su licitud, tanto a nivel ético como legal. Para tratar de arrojar algo de luz sobre estos aspectos, acudo al canal de Youtube de Miguel Ruíz Calvo. En esta amplia entrevista, analizamos el concepto de desinformación y su diferencia con las fake news. También analizamos desde una perspectiva jurídica dónde están los límites de la libertad de expresión, si es legal o no la medida de las autoridades de la UE de bloquear en toda la región la señal de ambos canales y cómo se lucha contra este tipo de guerra hibrida.
"Puede hacer más daño una campaña de desinformación bien orquestada, con medios, que diez bombas"
En el vídeo se analiza:
Conceptos previos:
- ¿Qué es la desinformación?
- ¿Es lo mismo desinformación y 'fake news?'
a) El papel de Rusia en la desinformación
- El caso RT/Sputnik
- Trayectoria rusa en la desinformación
- Contexto e intenciones
- ¿Es ético bloquearlos? ¿Es conveniente? ¿Es legal?
b) Redes sociales
- Contexto y aspectos legales, ley para la decencia de las comunicaciones (EEUU) y LSSI-CE (España)
- Futuro legal en Europa
- La desinformación en redes sociales: el algoritmo, los bots, la cultura de la cancelación
- Cómo luchar contra las fake news: los cuatro grandes modelos disponibles
c) La prensa tradicional (incluye también radio, televisión y medios digitales)
- Contexto actual
- ¿Qué ha pasado con la prensa? Modelo económico
- Cómo manipula la prensa y por qué
- Agendas ideológicas
- Las agencias de verificación
d) Conclusiones
Vivimos en medio de una paradoja. En toda la historia de la humanidad, jamás había habido un momento en el que la sociedad tuviera una capacidad de acceso a la información tan grande como la que tenemos en la actualidad y, sin embargo, jamás habíamos estado tan desinformados como estamos ahora (y esto no es nada comparado con lo que está a punto de llegar). La desinformación ha emergido como una herramienta capaz de influir en las decisiones públicas y políticas a gran escala. Y es que, tal y como ya advertía el General Sun Tzu en su libro, escrito hace más de dos mil años, “el principal instrumento del arte de la guerra es el engaño”.
Y no es simplemente la difusión de noticias falsas, que a menudo no son sino el resultado de errores inadvertidos o falta de verificación; la desinformación es una táctica deliberada que busca alterar la percepción y manipular el pensamiento colectivo.
«No hay que olvidar que hay una guerra y nosotros estamos en medio»
La desinformación puede ser más devastadora que armamento convencional, dado que no sólo influye en las opiniones, sino que fomenta la polarización y el extremismo. En la era digital, donde el contenido mediático es omnipresente, nada de lo que consumimos está exento de un propósito calculado y cada día que pasa, el público se vuelve menos crítico, aceptando sin cuestionar las narrativas que se alinean con sus predisposiciones ideológicas o sesgos.
Este fenómeno no es ajeno a la influencia de grandes potencias como Rusia, que ha perfeccionado el arte de la desinformación como un componente clave de su estrategia de guerra híbrida. A través de plataformas como RT y Sputnik, que funcionan más como armas de desestabilización que como medios de comunicación tradicionales, Rusia ha intentado influir en eventos significativos como las elecciones en Estados Unidos o el Brexit, y crear tensiones en regiones como Cataluña.
No son medios públicos convencionales, como pueden ser RTVE o la Agencia EFE
Mucha gente podrá decir que RTVE y la Agencia EFE también son medios estatales y preguntarse qué diferencia hay entre ellos y RT y Sputnik. Y las diferencias son realmente abismales. A diferencia de medios estatales en democracias estables, que pueden mantener cierta objetividad y están sujetos a escrutinio, RT y Sputnik son meras herramientas del Estado Ruso para la difusión de teorías conspirativas y desinformación. Es importante, por tanto, diferenciar entre un medio de comunicación y un medio de mera propaganda. La Unión Europea ha tomado medidas legales para contrarrestar estas intervenciones, basándose en principios de transparencia y veracidad informativa, pero el desafío persiste a nivel global, exacerbado por el alcance de las redes sociales.
Las plataformas digitales han amplificado el problema, con algoritmos que favorecen contenido que genera división y polarización. A pesar de los esfuerzos por moderar y verificar la información, la lucha contra la desinformación exige una ciudadanía informada y crítica. La educación en medios y el fomento del pensamiento crítico son esenciales para discernir entre la manipulación y la información fidedigna.
Base legal de la medida
Pero en todo este contexto, ¿es legal bloquearlos? La respuesta puede estar en la Desisión (PESC) 2022/351 del Consejo de Europa del 1 de marzo de 2022 por la que se modifica la Decisión 2014/512/PESC relativa a medidas restrictivas motivadas por acciones de Rusia que desestabilizan la situación en Ucrania basada en una decisión de 2014. Su base jurídica es el artículo 29 del Tratado de la Unión que dice textualmente:
“El Consejo adoptará decisiones que definirán el enfoque de la Unión sobre un asunto concreto de carácter geográfico o temático. Los Estados miembros velarán por la conformidad de sus políticas nacionales con las posiciones de la Unión”.
Europa parece tenerlo muy claro, pero...
«Sputnik y RT no son medios de comunicación. Son armas. Armas de un actor extranjero que no tienen el objetivo de informar bajo un determinado prisma, con una línea editorial que nos pueda gustar más o menos, sino confundir, desestabilizar, contaminar y manipular a sus enemigos: nosotros. No hay que olvidar que estamos en medio de una guerra. Sputnik y RT facilitan operaciones de inteligencia del Gobierno ruso».
Estas palabras las pronunció hace poco más de un mes en el Parlamento Europeo el alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y
vicepresidente de la Comisión Europea, Josep Borrell y, según lo expuesto, parece claro que, más allá de cuestiones éticas, existe una base legal sólida para bloquear la señal de Sputnik y RT en territorio europeo. Sin embargo, algunas voces autorizadas cuestionan que esto sea así. En concreto, el jurista, experto internacional en materia de libertad de expresión y miembro de la Plataforma por la Libertad de Información (PLI), Joan Barata, explica que estas decisiones "deben ser tomadas por el regulador del país de origen" y que "no pueden basarse en una evaluación general de los contenidos, sino en infracciones específicas".
Es decir, además de tener que ser Francia, España o Alemania quienes establezcan el bloqueo, también debería ser revisado el contenido caso por caso, no establecer un bloqueo general a todo el medio.
...sienta un grave precedente (de dudosa legalidad) contra la libertad de expresión
Siempre se ha dicho que en tiempos de guerra, la primera víctima suele ser la verdad. En un contexto en el que Rusia ha amenazado a periodistas extranjeros y a medios de comunicación propios con años de cárcel si ofrecen informaciones contrarias a las oficiales que diga su gobierno, multitud de cadenas de televisión han cerrado y otras se han marchado del país. En el caso de España, RTVE y la agencia EFE han dejado Moscú con lo que nos vemos privados de tener una información propia y fidedigna de lo que allí ocurre. Y esto hace preguntarnos, ¿realmente es esta la mejor forma de abordar la información de una guerra?
Que Rusia bloquee medios de comunicación y redes sociales es censura, eso todos lo tenemos claro, pero que Europa haga algo parecido con Sputnik y RT, ¿acaso no lo es también?
Europa (más bien algunos de sus gobernantes) tiene un problema con la libertad de expresión
Lo que no es admisible en estados democráticos es combatir la desinformación con censura. La decisión de la Unión Europea de bloquear estos medios por su «desinformación dañina» y por ser «armas» (de Putin) ha puesto sobre la mesa un debate que va mucho más allá de la parte legal. Por mucho que el objetivo, según la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, sea evitar que «la maquinaria mediática del Kremlin difunda sus mentiras» y que se trate de «algo excepcional», la realidad es que es la primera vez en la historia moderna que los gobiernos de Europa occidental están prohibiendo medios de comunicación.
Prohibir no es la solución
En materia de derechos fundamentales, prohibir nunca debe ser la solución. En las sociedades democráticas la libertad de prensa e información son derechos fundamentales. Hay que combatir la desinformación, sí, pero denunciando sus errores fácticos y el mal periodismo, demostrando la falta de independencia de periodistas cuando estos sean serviles al poder o, simplemente, no sean honestos, pero que alguien tenga la capacidad de decidir qué es verdad y qué no es algo que a mí me da mucho miedo por las consecuencias tan devastadoras que puede llegar a tener.
Todos tenemos claro que el bloqueo de RT y Sputnik estaría totalmente injustificado fuera del contexto actual, pero tenemos que tener muy presente varias cuestiones. La primera es que desinformar no es solamente mentir. A veces es algo tan sutil como contar una serie de noticias verdaderas de una forma muy determinada, creando un contexto que contribuya a hacer creer a la opinión pública que están en medio de una realidad muy diferente. Por eso es muy importante que los ciudadanos de a pie mantengamos un cierto espíritu crítico y seamos capaces de no dejarnos llevar por nuestros sesgos a la hora de evaluar si algo que nos están contando es cierto o no. Mucho me temo que la sociedad actual vive en la pasividad sin cuestionarse nada y, en muchos casos, sólo repitiendo las consignas de aquel partido político que está más en su línea de pensamiento.
Hubo un tiempo en que se podía estar razonablemente bien informado con la prensa y la televisión. Ahora ya no es así. ¿Alguien tiene la más mínima duda de que la opinión mayoritaria de la sociedad no puede ser teledirigida? Y si alguien destina tiempo y recursos a teledirigir una opinión, ¿alguien tiene la más mínima duda de que no es con un propósito muy concreto?
Seamos críticos con aquella información que recibimos. No nos fiemos de lo primero que vemos o leemos y recordemos siempre el peligro de todas aquellas ideologías que llevan a la polarización, al extremismo y al fanatismo ideológico. Lo mejor que podemos hacer es huir de ellas, pero no prohibirlas.
A medida que avanzamos, la batalla por la verdad no solo se librará en los campos de batalla convencionales, sino en las mentes y corazones de la ciudadanía global. En esta guerra de información, donde la percepción a menudo cuenta más que la realidad, todos tenemos un papel que desempeñar en la defensa de la verdad. Y la verdad no se defiende tratando de callar a otros.