¿Aviones en trayectos cortos, sí o no?

✎ 20 de octubre 2023

Cualquier medida que se lleve a cabo en materia de reducción de vuelos en España va a tener un importante impacto tanto social como económico. ¿Compensa cuando la reducción de la huella de CO2 sería de apenas un 0,1%? Mi intervención en el programa de Risto Mejide en Cuatro TV «Todo es mentira»

 

En los últimos días (octubre de 2023) los medios de comunicación españoles han venido informando de una propuesta de la vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz (Sumar) para la reducción de los vuelos cortos nacionales en rutas que posean una alternativa en tren de menos de dos horas y media. Una medida que estaría dirigida a frenar la llamada «emergencia climática».

Las declaraciones de la vicepresidenta se basan en un documento presentado por la formación Sumar que en el epígrafe enfocado a la «movilidad sostenible» reza: (Se llevarán a cabo) «medidas de reducción de los graves impactos sociales, ambientales y climáticos del transporte aéreo, como pueden ser la eliminación de los vuelos domésticos entre ciudades para los que exista una alternativa ferroviaria, adecuada en términos de conectividad y seguridad, y de menos de cuatro horas de duración».

Según Díaz, «el tren está llamado a ser el transporte del siglo XXI» con lo que la líder de Sumar busca abolir los vuelos de corta duración, tal como se aplicó desde mayo en Francia.

Una medida calificada de «absurda»

Sin embargo, la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA), a través de su director general, Willie Walsh, ha calificado en más de una ocasión estas medidas de «completamente absurdas», añadiendo que «no sirven para nada». Citando un informe de Eurocontrol, Walsh explicó que si se eliminaran todas las rutas de menos de 500 kilómetros en Europa, se suprimiría el 24% de los vuelos, pero, en cambio, las emisiones de CO2 caerían sólo un 3,84%. En el mismo sentido se ha pronunciado una de las patronales de las aerolíneas, A4E, que ha asegurado que «prohibir estos viajes sólo tendrá efectos mínimos» en la emisión de CO2, por lo que los gobiernos deberían apoyar «soluciones realistas y significativas» al problema.

Mi opinión sobre el particular

Restringir el tráfico aéreo por razones políticas y/o ideológicas creo que es, se mire como se mire, un error mayúsculo. No sólo porque considero que ha de ser exclusivamente el mercado quien lleve a cabo este tipo de restricciones, sino porque la red ferroviaria española no está preparada para hacer frente a todos los pasajeros que ahora hacen sus trayectos volando.

Se da, además, la circunstancia de que, aunque se hable mucho de alta velocidad, llegar en tren desde Madrid a lugares como Asturias, Cantabria o Galicia puede llevar hasta más de cuatro horas, frente a los 70 u 80 minutos que lleva ése mismo trayecto en avión. (A otros lugares, como Extremadura, no se puede ir en un tiempo razonable ni en avión, ni en tren, aunque eso ya es otra historia).

Tampoco se ha tenido en cuenta el tema de las conexiones. Alguien que quiera volar a Londres, Nueva York o Roma desde Santander, Valladolid u Oviedo (por ejemplo) tiene que hacerlo normalmente primero a Madrid o Barcelona. Hacer todo el trayecto en tren implica no sólo tardar mucho más, sino tener que llegar con su equipaje al centro de la ciudad (los trenes de alta velocidad no llegan aún los aeropuertos) y allá hacer transbordos con todo lo que eso implica.

A todo esto tenemos que sumar las graves implicaciones de tipo económico que una medida así tendría para aeropuertos secundarios, ciudades pequeñas y, en general, el impacto que tendría sobre el turismo en general.

Iberia defiende el mercado doméstico en España

En este sentido, Iberia ha reivindicado la conectividad del mercado doméstico. La compañía perteneciente al holding IAG (Aer Lingus, British Airways, Level y Vueling) compartió en junio (de 2023) un informe que analiza los aspectos socioeconómicos y el impacto de los vuelos de corto radio, en un momento en el que estos trayectos están cada vez más estigmatizados.

La aerolínea ha combatido las tesis contrarias a la continuidad de los vuelos cortos, contextualizando medidas llevadas a cabo en este sentido, como la impulsada en Francia. Juan Cierco, director corporativo de la compañía, ha señalado que la medida implantada en el país galo es simbólica, puesto que el alcance es muy reducido (los viajes del aeropuerto parisino de Orly a Lyon, Nantes y Burdeos), además de muy poco efectiva.

A través del mencionado informe elaborado por PwC, la compañía ha defendido el valor de las cinco rutas sustituibles en España por trayectos de tren en alta velocidad y la necesidad de apostar por su continuidad. En concreto, la consultora ha estudiado los trayectos Madrid-Barcelona, Madrid-Málaga, Madrid-Valencia, Madrid-Alicante y Madrid-Sevilla.

En el trabajo se concluye que estos vuelos de corta distancia aportaron 329 millones al PIB en 2022, de los cuales 130 millones provinieron de sectores de actividad vinculados a la aviación y los restantes 199 millones del impacto tractor del turismo. En un sentido más amplio, Iberia ha defendido que por cada millón de pasajeros que viajan en un vuelo doméstico en España se generan 102 millones de euros en España y un total de 1.852 empleos a tiempo completo, concretamente en sectores vinculados a la aviación y al turismo.

¿Razones medioambientales?

Y volviendo a las supuestas razones medioambientales, decir que en Madrid se celebró, hace unos años, la 25ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP25). La conclusión fue clara: en España, la aviación sólo es responsable del 1% del total de emisiones de gases de efecto invernadero. Un dato que coincide con otro informe, éste hecho público por el Colegio Oficial de Ingenieros Aeronáuticos de España (Coiae). Los ingenieros aeronáuticos advirtieron ayer de que esta prohibición desincentivará las inversiones en nuevas tecnologías, eléctrico–hidrógeno, que tienen su banco de pruebas precisamente en los vuelos de corta distancia.

Según ha recordado el director corporativo de Iberia, Juan Cierco, la aviación ha venido reduciendo dichas emisiones en los últimos años gracias a las inversiones en tecnologías que mejoran la eficiencia de las operaciones, así como la indudable apuesta por la renovación de la flota que reduce, en la flota de corto radio, entre un 15 y un 20% las emisiones.

Más que por suprimir estos vuelos, quizás sería más inteligente que España hiciera una apuesta decidida tanto por los biocombustibles (SAF) como por la intermodalidad aprovechando la oportunidad que brindan los fondos europeos, algo vital para un país como el nuestro que depende tanto del turismo y de la aviación. Así se ha pronunciado también en su informe el Coiae que ha insistido en que «la medida más efectiva para la reducción de las emisiones de CO2 del transporte aéreo es el apoyo a la producción y comercialización a precios razonables de los combustibles sostenibles de aviación (combustible SAF en inglés, Sustainable Aviation Fuel)». En este webinar de Repsol sobre aviación sostenible en el que participé hace unos meses, se aborda exhaustivamente esta posibilidad.

Hay que pensar con la cabeza, no con las tripas. Si anteponemos la ideología a la razón, las consecuencias no pueden ser buenas.

 

Fuentes y referencias:

· Los vuelos de corta distancia en España: impulsando la conectividad internacional y el desarrollo regional (Informe de Pwc)
· Informe del Colegio Oficial de Ingenieros Aeronáuticos de España (Coiae).
· Aplicar esta medida en toda Europa, sólo reduciría las emisiones en un 3,8%, según IATA.
· El Ministerio de Transportes no prevé que la alta velocidad llegue al aeropuerto de Madrid-Barajas hasta 2025 o 2026