La presencia de aparato eléctrico en la atmósfera no suele ser causa suficiente para provocar un accidente aéreo. Sin embargo, en 2019, un Superjet acabó estrellándose al tratar de aterrizar. ¿Qué ocurrió?
Setenta y dos minutos en patrón de espera quemando combustible y tratando por todos los medios de hacer bajar el tren de aterrizaje no fueron suficientes. Algo muy pequeño provocó que, en 2011, un Boeing 767, con 231 personas a bordo, tuviera que tomar tierra en Polonia de una forma muy accidentada.
Cuando el altímetro registra una altitud 11.750 pies, los pilotos se ven sobresaltados por una enorme explosión, un golpe sordo tras el cual todo empieza a volar por los aires dentro de la cabina...
En la década de 1970, se estaban produciendo una gran cantidad de accidentes aéreos que tenían algo en común: ninguno de ellos obedecía a razones técnicas, sino a factores humanos.
Cuando un avión se queda sin motores, no cae del cielo de forma inmediata como si fuera una piedra. Todos los aviones, pequeños y grandes, son capaces de planear. Sin embargo, ante un doble fallo de motor, son muy pocos los pilotos con pericia suficiente como para lograr aterrizar de emergencia sin que se produzcan víctimas. Gracias al cine, todos conocemos la historia de Sully, pero El Salvador también tuvo en 1988 su propio Sully. Su nombre, capitán Carlos Dardano.
La fatiga es, sin duda, uno de los peores enemigos de un piloto. Si a esto le añadimos el estrés provocado por acumular un importante retraso y unas condiciones meteorológicas adversas, el resultado puede ser trágico.
En 2016, una serie de problemas indetectables en uno de los motores de un Boeing 767 provocan un aparatoso incendio que obligan a cancelar el despegue, pero unos procedimientos incorrectamente establecidos están a punto de provocar una catástrofe aún mayor.
Aunque la mayoría de aviones comerciales están preparados para completar la maniobra de despegue con un único motor operativo, un doble fallo de motor a poca altitud deja poco margen de maniobra.
Los aviones comerciales están cada día más automatizados, ganando así en eficiencia y reduciendo la carga de trabajo de los pilotos, pero el accidente del vuelo 214 de Asiana en 2013 es la mejor demostración de que nada de esto puede (ni debe) reducir una correcta y adecuada formación y entrenamiento por parte de éstos.
El sistema de frenado se activa automáticamente, según lo previsto, pero los pilotos se dan cuenta de que algo no va bien...
En aviación hay procedimientos para casi todo. Por eso, si estos no se cumplen a rajatabla y, además, los pilotos no trabajan en equipo, un problema menor puede acabar en catástrofe, tal y como le ocurrió, en 2003, al vuelo 6289 de Air Algérie.
Un birdstrike o impacto con aves es algo relativamente frecuente, pero también puede llegar a ser potencialmente peligroso. Todos conocemos el famoso caso del vuelo 1549 de US Airways. El 15 de enero 2009, un Airbus A320 despegó del aeropuerto de La Guardia, en Nueva York, con destino a Charlotte, pero se vio obligado a amerizar de emergencia en el rio Hudson después de que una bandada de pájaros, unos gansos canadienses, inutilizara los dos motores del avión tras el despegue. Aquello fue calificado de "milagro". En otras ocasiones, sucesos similares no han acabado tan bien.
Hace frío en Pamplona. La temperatura es de en torno a 2 °C. Esa madrugada ha estado nevando ligeramente... Es 23 de enero de 2007 y un avión está a punto de despegar...
En 1978, apenas un año después de la trágicamente conocida Colisión de Los Rodeos, este aeropuerto tinerfeño estuvo a punto de vivir otra gran catástrofe. Ésta es la historia del Boeing 707 de Sabena.